Blackpony era el más desafiante de los subs de la hacienda, el preferido para divertir a las Damas, que se complacen viéndole en el cepo y recibiendo los golpes de látigo que caen uno tras otro sobre su espalda sin que apenas emita un gemido más alto que el anterior. Esta vez se le añadieron dos pinzas metálicas en los pezones, cruzadas por una finísima pero resistente cadena a través del poste central que levanta el cepo.

Un cepo bajo, que le obliga además a permanecer en penitente posición, en cuclillas, con la piernas abiertas. Mistress Lilith Legrain y su compañera apuestan cuántos latigazos harán falta para que él se dé por rendido, mientras que la Dama castigadora aumenta la intensidad de los golpes. A pesar de ser la más sádica de las Dominas, empieza a sentirse cansada. Dolor contra agotamiento, ¿quién cederá antes? Se admiten apuestas…