EL AMOR DE UNA MADRE
El amor de una madre es algo que no se puede explicar;
Está hecho de una sustancia desconocida y única que aunque millones de ellas la comparten, no se puede duplicar por ningún otro ser. Es la más profunda devoción que se puede llegar a sentir, es el amor más desinteresado, duradero, interminable, que se llega a vivir, y aún con todo el sacrificio y dolor que todo lo que conlleva ser madre, pase lo que pase, nada puede destruirlo, mancharlo o quitarte ese amor.
El amor de una madre es infinito, paciente, perdonador, tierno y fuerte a la vez, es puro, es santo, es perseverante y obvio, nunca falla ni flaquea y siempre brilla con esplendor. Te arropa, te guía, te protege y te llena, no te abandona ni de deja caer, el amor de una madre, te levanta, te eleva a ser tu mejor tu, te da luz propia y te da apoyo incondicional.
Al menos así fue mi madre, toda la vida que compartí con su ser. Hoy día ya no reconoce, no habla bien ni sabe quien soy, sufre de Alzheimer y no le puedo hacer entender lo grandiosa que fue cada día que me crió, cuidó, amó y que se preocupó de mi, de darme todo, sin esperar nada a cambio y encima dándole gracias a Dios por dejarme existir.
Siempre le he dado la gracias por darme vida, por sus cuidados, por su protección, su cariño incondicional, por su aceptación, porque me enseñó a dar mis primeros pasos y me dio la seguridad de sus brazos, al no dejarme caer. Siempre le he dado las gracias por sus sacrificios y por la buena educación que me dio. Pero además, hoy también le quiero dar gracias a Dios por que he tenido la dicha de conocer un ser espectacular, tan sabio, tan incomparable y que sea yo parte de si, que me haya puesto en su vida y de haber tenido la dicha de recibir su amor. Solo me queda pedirle a Dios que algunas de las virtudes de mi madre, se transfieran a mi.
Además decirte madre, gracias, por tus enseñanzas, por tus anécdotas, por tus consejos, desde que era recién nacido, me educaste con muy buenos principios, y me enseñaste la honradez, el orgullo propio y me enseñaste a soñar.
Gracias por todas aquellas noches de historias con las que, de la mano, viajábamos desde mi habitación, porque te desvelaste por mi para que yo durmiera bien, porque te preocupaste por mi cada vez que enfermé. Gracias madre por hacer de mi un hombre de bien y por enseñarme que ser hombre, no es esconder mis sentimientos, sino poder hablar de ellos sin prejuicios y expresar mi corazón.
Te quiero dar gracias madre por que aún en tu enfermedad, me enseñas lecciones de vida qué jamás imaginaba tenías capacidad de mostrar ya, y me brindas tu amor y cariño con una mirada en vez de palabras o acciones como antes de enfermar.
Gracias madre por que a pesar de que tu luz se apaga, cuando me ves entrar, brillan tus ojos hasta la eternidad y me das fuerzas para salir adelante, para perseverar, para seguir aprendiendo a amar, con las esperanzas de que algún día pueda alcanzar a sentir lo que siente una madre al amar a un hijo y poder reencarnar esa satisfacción de saber amar. Porque cualquier amor que se compare al de mi madre, eso si se llama amar.
Te amo Madre
Milan Gamiani
@milangamiani