CONOCIENDO A MI ENEMIGA ÍNTIMA (II)
—Mmmm… —se escucha la voz de Amelia— no esta nada mal esta perra, Álvaro. Esta mañana, cuando la vi supe que era ella, la reconocí desde las fotos que tú me enviaste, pero debo reconocer que así desnuda, es incluso, no se… deliciosamente vulgar…
Su voz, sus palabras, llegan a mi mente de una manera tan hiriente que no puedo ahogar mi grito de rabia, de odio hacia ella.
—Tranquila —escucho la voz de mi Amo— ocho, tranquila…
Le oigo como se me acerca y siento su mano sobre mi cara acariciándome y me relajo. Pasa su mano sobre mi cabeza, sobre mi cara y me planta un beso en la frente.
—Solo te voy a adiestrar un poco y Amelia será mi asistente hoy ¿de acuerdo? —Yo sacudo mi barbilla sin saber todavía lo mucho que voy a lamentar mi consentimiento y lo mucho que voy a disfrutar también—. Esta bien, perrita, quédate cómo estás de momento no te muevas ni para respirar.
La voz de mi Amo ya no es tierna, es dura, malvada y mi mente empieza a prepararse para un castigo severo.
—Amelia, tráeme a la tormenta, vamos a estrenarlo.
Se me escapa un gemido fuerte, me muevo en el suelo con fuerza, la tormenta es la última adquisición de mi Amo, un látigo nuevo, lo vi el día que se lo trajeron, solo de pensar en él empieza a darme miedo…
—ocho, no te voy a castigar demasiado solo lo justo para que aprendas que a mí no se me puede fallar. ¿Te parece bien? —me pregunta mi Amo. Tomo aire, respiro hondo, miro hacia él y, aunque estoy asustada, una vez más, apruebo con la cabeza.
—Muy bien, levántate, vamos a divertirnos un rato —me dice mi Amo. Escucho los pasos de Amelia a la vez que mi Amo me pone de pie y siento una respiración en mi cara.
—Huele bien la puta —dice Amelia.
Mi cara se pone roja y me dan ganas de levantar la mano y abofetearla… «¿Por qué me insultas? estúpida», pienso en mi mente, pero las palabras no salen, no tengo valor me callo y agacho la cabeza. Siento por toda mi mejilla derecha una lengua que me lame de abajo hacia arriba, y antes de poder reaccionar, la risa de mi Amo se oye en toda la casa.
—Vamos Amelia quieta que hay tiempo —escucho a mi Amo y yo casi me mareo de tantas sensaciones agolpadas… rabia, vergüenza, impotencia, y por encima de todo, un calor increíble sobre todo entre las piernas. Al darme cuenta de esto me pongo más roja todavía y casi me da algo, cuando oigo a mi Amo susurrándome al oído:
—Lo sé ocho, lo sé… quizá te deje que le comas el coño… jajajaja jajajaja jajajaja… —La risa de los dos es tremenda y su complicidad me mata, me pregunto cómo será esta Amelia, qué tipo de relación tienen.
—Amelia lleva a la Nina hacia la pared y prepárala, yo preparo a la tormenta (el nuevo látigo), a ver qué tal se lleva la piel de ella con mi última adquisición.
Amelia me coge de las muñequeras, me lleva hacia un lado de la habitación y me pone de cara a la pared, me abre las piernas sin perder la oportunidad de pasar su mano por mi coño y cuando se da cuenta de que estoy mojada se ríe en mi cara y me dice: «Eres mía, juguete». Yo no consigo responder, estoy con la garganta seca. No digo nada, no hago ningún gesto, solo miro al frente, intentado parecer lo más digna posible.
—Apártate, no te quiero dar a ti, cariño —dice mi Amo y ella se va dejándome sola de espalda hacia ellos, temblando, reuniendo valor para el castigo.
—¿Estas preparada ocho? —me pregunta mi Amo. Yo apruebo, llega el primer golpe en toda mi espalda, y mi mente estalla, empieza el juego de verdad. Los azotes van contados, mi voz habla, mi piel está en llamas y mis ideas van desapareciendo con cada golpe..
—Si, Amo, gracias Amo…15, 16, 17… —todo es como si me viera desde fuera, como si la que es azotada no fuera yo, entre mi Amo y yo se hace una conexión indestructible, él da, yo recibo, es feliz, yo agradecida— 21,22,23…
—Amelia, tráeme hielo, hay en la nevera. Ocho, date la vuelta, te quiero «acariciar» también por delante por favor.
Este «por favor «suena casi tierno, pero yo ya conozco a mi Amo y se que es una promesa cruel y los siguientes azotes me confirman este hecho. 38, 39, 40, ya estoy casi llorando cuando le oigo decir a Amelia: «aquí tienes el hielo Álvaro». Los azotes cesan y yo me derrumbo a los pies de mi Amo. «Es impresionante, muy bonita, ahora sí», dice Amelia, mientras que siento a mi Amo acercándose a mi, dejándose caer a mi lado, me levanta la barbilla y siento el orgullo en su mirada, está muy feliz y me agradece mi entrega besándome en la nuca. Mi instinto me hace coger su mano y apretar mis labios contra la misma y acto seguido le beso los pies.
—Dame hielo —le ordena el a Amelia, que acata el orden enseguida de una manera muy natural.
Siento el frio sobre mis heridas. Hace el mismo gesto una y otra vez hasta que todas las zonas inflamadas de mi cuerpo están atendidas. Poco a poco vuelvo en mi y es cuando mi Amo me quita la venda de los ojos, parpadeo, mi Amo está muy guapo y una vez más le beso las manos. Observo a Amelia y su belleza me deja sin aire. Es alta, delgada y pelirroja con un pelo que le llega un poco más abajo de los hombros… La sonrisa de ella es cruel y los ojos más todavía. Su corsé negro y la piel blanca son una combinación perfecta, parece un ángel, pero caído.
—Soy Amelia, felicidades por tu aguante, eres especial —se dirige hacia mi—, tu Amo tiene porqué sentirme orgulloso.
—Así es Amelia, por esto se llama ocho, el signo del infinito. Se supone que su sumisión es infinita. ¿Estas mejor perrita? —me pregunta mi Amo. Yo todavía de rodillas le confirmo que si y ahí es cuando empieza mi verdadero castigo.
—Genial —me dice él— porque te voy a usar más todavía. Todavía tienes el plug dentro de tu culo, ¿verdad zorra?
—Si , Amo —le contesto rápido, ansiosa, deseando que él me permita quitarlo.
—Vale, ponte de cuclillas y sácatelo, te voy a follar el culo.
Yo obedezco, feliz y muy mojada. Saco el plug y mi gemido se oye fuerte cuando me libero, mientras observo a mi Amo desnudándose y constato con estupor que Amelia también, pero solo la parte de abajo… se quita la falda y las medias, no lleva ropa interior. Su coño queda desnudo y a mi se me hace un nudo en la garganta.
—Venga, ocho, acércate, te dejo comer mientras te monto —me dice mi Amo.
Yo me quedo inmóvil, no puedo reaccionar, así que él ,ya desnudo, me lleva de la correa entre las piernas de Amelia y me empuja con la cabeza dentro.
—Abre la boca y lame, y despacio no tenemos prisa.
Yo obedezco sin rechistar y por primera vez en mi vida me como un coño. A la vez siento detrás de mi como mi Amo me penetra el culo, suave al principio y luego cada vez más fuerte.
Yo no paro de lamer y succionar a Amelia, mientras que los dos me usan y me comparten, sus comentarios me llevan a otra dimensión, me están insultando, pero por muy raro que parezca, mi cuerpo está empapado y cuando mi Amo me ordena que me corra yo me suelto y mi grito es toda una liberación… siento la leche de mi Amo muy adentro de mi y es cuando Amelia se aparta de mi cara y su squirt es impresionante… Durante unos diez minutos no se oye nada más que nuestras respiraciones volviendo a la normalidad poco a poco. Finalmente mi Amo le dice a Amelia que se puede ir y laq acompaña hasta la salida.
CONTINUARÁ…
Autora: eva, la señorita O