SUMISA INFILTRADA – AL DÍA SIGUIENTE
CAPÍTULO 5: AL DÍA SIGUIENTE
A la mañana siguiente, me levanté a las 06:55 un poco antes de tiempo, sin hacer nada de ruido me voy a baño y me ducho con mucho cuidado para no despertar a mi Señora, me visto con el uniforme de faena, salgo de la habitación con mucho cuidado, cierro la puerta y bajo la escalera sin hacer ruido con los zapatos, me dirijo hacia la cocina, empiezo a organizar los preparativos para hacer el desayuno a mi Señora, al mismo tiempo, voy preparando mi desayuno, y empiezo a planificar la elaboración de la comida de mediodía.
Ya se empieza a escuchar ruido en la planta de arriba, me pongo en alerta por si sale mi Señora de la habitación, efectivamente, se escucha abrir la puerta del dormitorio y enciendo la cafetera de inmediato. Mi Señora empieza a bajar la escalera, yo lo tenía todo controlado. Entra por la puerta de la cocina y yo dejo lo que estoy haciendo y realizo una reverencia a la Señora dándole los buenos días. Mi Señora se acerca y levantándome la cabeza, me dice:
—Muy bien putita —se acerca y me da un beso en los labios diciéndome— ayer te comportaste de diez zorra, venga sírveme el desayuno en el salón.
Lo tenía todo preparando, solo tenía que calentar el café y la tostada, enseguida se lo serví y me retiré a la cocina para dejar terminados los preparativos de la comida.
Terminé con los preparativos del almuerzo y empecé a organizar los utensilios para la limpieza de la casa, de pronto escuché la campanilla y dejé lo que estaba haciendo para acudir a la llama de mí Señora, le retiré los platos y la traza del desayuno, los llevé a la cocina y volví al salón para limpiar donde mi Señora había desayuno. Cuando me encontraba limpiando la mesa, mi Señora me llamó:
—Jen acércate— yo me acerqué y… ¡¡plas, plas!! se puso de pie.
—¡Qué te dije ayer eh! Que no quiero ver ninguna mancha en los uniformes y en los delantales a juego con la bata.
—Perdone Señora.
—Perdona ni nada, te has puesto hacer el desayuno y te has descuidado, porque en el taburete está el delantal de la cocina para evitar estos incidentes, termina de limpiar la mesa y te vas y te cambias, guarra, puta, sucia. Y ojo, antes de fregar los platos y la taza del desayuno cámbiate, a ver si eres capaz de estar en la cocina sin mancharte.
Terminé de limpiar la mesa donde mi Señora desayunó y me fui corriendo a la habitación para cambiarme de uniforme.
Una vez cambiada, bajé y me presenté ante mi Señora para que ella verificase la buena colocación del uniforme, cuando mi Señora me dio el visto bueno, me fui a la cocina y me coloqué el delantal para no volver a mancharme fácilmente, y para no tener otro castigo como el que había tenido. Terminé de limpiar todo y me puse con los preparativos de la comida. Me quité el delantal de la cocina y me dispuse a iniciar la limpieza general diaria, iba bien de tiempo y antes de empezar puse una lavadora con mi uniforme que esta sucio.
Empecé por la limpieza del cuarto de baño y después por la habitación principal, el baño lo hice a fondo al igual que la habitación, continué con la escalera y seguí por la planta de abajo, lo primero que hice fue arreglar el baño y cuando me encontraba de rodillas a cuatro patas limpiando detrás de inodoro, ¡¡plas, plas!!
—Que buen culito tienes zorrita.
—Gracias Señora.
—¿Cómo vas?
—Muy bien, haciéndome poco a poco con la casa, mi Señora.
—Muy bien putita.
Al rato terminé con mi tarea y me dispuse a recoger los utensilios de la limpieza, me dirigí a la cocina para empezar hacer el almuerzo, nada más entrar por la puerta me dirijo hacia el taburete y me coloco el delantal de la cocina y empecé cocinar, mi Señora se asomó y me dijo:
—Qué bien huele putita, me encanta que estés en mi casa, eres muy aplicada.
Comencé a preparar la mesa. pues la comida estaba a punto de salir, se lo comuniqué a mi Señora y le pareció magnífico que todo hubiera salido bien. Aparté la comida y me dispuse a servir a mi Señora, que me concedió el permiso oportuno para empezar a servirle, cuando terminé de servir, me coloqué detrás de mi supuesta silla, la Señora se percató que estaba esperando su permiso y me lo concedió y me pude sentar, nuevamente le solicité permiso para empezar a comer, mi Señora me lo volvió a conceder y también me felicitó porque había salido de mi el haber pedido permiso para empezar a probar bocado, mientras degustábamos el menú me volvió a felicitar por la comida.
Terminamos de comer y, como siempre, recogí la mesa y limpié la cocina, esta vez si, con el delantal de cocina para no volver a cometer el error de esta mañana. Acabé pronto y me presenté ante mi Señora para comunicarle que había finalizado la tarea, me concedió permiso para descansar, me retiré a la habitación y me eché sobre la cama.