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PUERTA ROJA

No sabía si aceptar la invitación de mi amigo Eloy al club Bdsm, esa noche había una demostración de Shibari.
Tuve varios sueños recurrentes, solía tenerlos en época de estrés. En los que no podía moverme y me tenían amarrada, tenía un leve pitido en los oídos y la cabeza me iba a estallar. Notaba cosquilleo por todo el cuerpo mientras me resistía. Pero de repente comprendí que de nada servía resistirme, en cuánto dejé de luchar, percibí una calma indescriptible. Ya no había nada, solo paz, tranquilidad, me sentía levitar.

Llegamos a la puerta del club, que estaba bastante apartado. Por fuera no parecía gran cosa. Me esperaba un gran cartel de neón, pero no. Allí estábamos, frente a una gran puerta roja en medio de la nada.
No describiré mucho los olores, porque me sería imposible, tan sólo que era una mezcla muy extraña y deliciosa a la vez.

Paseamos por la gente y todo me llamaba la atención, sobre todo las expresiones y las caras. Todas parecían tener una gran historia que contar asomando en la punta de la lengua.

Eloy había hecho de modelo en alguna que otra demostración. Le preguntaron si volvería a posar, pero me dio un leve empujón y me presenté. Me temblaba todo, soy muy tímida, tan solo el pensarlo me encogía la respiración.
Fui a una pequeña sala llena de ropa colgada, Eloy me había servido un vaso con hielo y mi whisky favorito, me quite la ropa sin pensarlo. Esa tarde había hidratado mi piel con mucho más detenimiento. Salí dejando la mente en blanco, como si no fuera yo, clavé la mirada al suelo, hasta llegar al técnico que iba a realizar la práctica.

Me tomó de los hombros  sentándome en un pequeño taburete, con las piernas extendidas y las manos a la espalda. Susurró muy suave en mi oído que confiara en él, que sabía lo que hacía y no me moviese. Si tuviera alguna duda o me sentía incómoda, automáticamente se lo comunicara.
Acepté con la cabeza y obedecí mientras me unía las muñecas hasta el codo. La espalda se me arqueó y pensé lo agradecida que estaba conmigo misma por animarme a venir.

Notaba poco a poco como iba subiendo con los nudos y fue la sensación más placentera que había experimentado.
Sólo sentía el placer de la postura de mis piernas, la sensación orgásmica ante todos aquellos desconocidos, preguntándome si se habían excitado tanto como yo.

Texto: Shaiury
Ilustración: Sergio Bleda

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