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DUQUE, DUEQUESA Y SUBALTERNA

En el centro de una gran ciudad donde había un gran tráfico de trabajo y mercancía, vivía una familia adinerada y muy bien situada; el hombre, el Duque de Largos, era un gran hombre de negocios y vivía junto a su esposa, la Duquesa de Monte Abajo, en una villa en el centro de la ciudad, cuya la propiedad ocupaba una manzana y media, la vida de los Duques era totalmente independiente el uno del otro, el Duque tenía mucha vida social en la calle de eventos, conferencias y reuniones, andaba para arriba y para abajo todos los días, la Duquesa era mucho más hogareña, pero ojo, con eso no quiere decir que  la Duquesa no tuviera vida social, la tenía, pero diferente, en su sala privada de reuniones, le gustaba mucho más esta ahí, que salir a los eventos.

Junto a ellos vivía su servicio, la ama de llaves Sara y su subalterna, la criada Anabel. Sara vivía junto a esa familia  desde su mayoría de edad, empezó a servir a los Duques como criada interna, ya que los padres de Sara tenían pocos recursos para salir hacia adelante, y ahora desde hace unos meses tiene a Anabel como criada y futura ama de llaves cuando Sara se jubile, mientras que ocurre ese acontecimiento, Anabel es la sombra de Sara, que le está enseñando con mano dura y rígida como servir a los duques, sus gustos y secretos de la casa.

Sara de había enseñado a Anabel las normas y conductas de las casa de los Duques, una norma muy importante era que la puerta a final de un pasillo siempre tenía que estar cerrada por orden de la Duquesa, por esa puerta nunca había pasado el Duque y no teníamos que facilitarle el acceso, nos la teníamos que ingeniar como sea, pero jamás tenía que pasar el Duque por esa puerta hacia dentro.

Anabel preguntó a Sara si sabía lo que había detrás de esa puerta. Sara de respondió:

—Si mi niña, la Duquesa me ordena asistir a la reuniones sociales que organiza y también me abre la puerta y me encierra para su limpieza, la Duquesa es muy rígida con quien accede o no por esa puerta.

En esto suena dos veces una campanilla, (si suena una vez la campanilla es que requiere a una de las dos y si suena dos veces seguidas es que nos quiere ver las dos juntas a la vez), nosotras sin dudarlo un minuto, chamos a correr para personarnos en el menor tiempo posible
ante la Duquesa, entramos rápidamente y como mucho cuidado para ver qué necesitas, y cuando nosotras dos le preguntamos “Duquesa que desea”, la Duquesa estaba mirando por la ventana y sin darse la vuelta y con una voz fuerte y autoritaria dijo “cerrar la puerta”, yo me quedé inmóvil, Sara se volvió corriendo y cerró la puerta y se colocó a mi lado, —se hizo el silencio—, la Duquesa se dio la media vuelta y se acercó dando unos paso hacia nosotras, con el mismo tono de voz nos preguntó:

—¿Qué estabais cuchicheando?

Sara bajó la mirarla hacia el suelo, yo miraba a la cara de la Duquesa y esta me preguntó:

—¿Por qué me mira a la cara Anabel?

Anabel respondió:

—Duquesa porque es de educación mirar a la cara a quien me habla.

—En esta situación no es los correctos Anabel —la Duquesa respondió.

Yo me quedé sin palabras y de pierda, la Duquesa respondió:

—¡¡Bueno!! si ninguna de las dos me quiere responder, no me hace falta, lo he escuchado todo y no me gusta que se hable detrás de mi, en mi espalda, ¡¡bueno, bueno!! La novata de Anabel me ha salido un poco cotilla, muy bien…—la Duquesa cogió una fina vara, la sacudió a aire y dijo que fuéramos de tras de ella, con paso firme empezó a caminar la Duquesa por el pasillo hacia la puerta, nosotras dos en silencio detrás de la Duquesa, llegamos a la puerta, la Duquesa se puso a lado de la puerta y nos preguntó:

—¿Está es la puerta que ha motivado de vuestro cuchicheo? Muy bien. Vamos a abrir y enseñar a Anabel que lo que hay detrás de esta puerta, pero Sara cuando entres, dirígete a tu alcoba y prepárate tú y la cotilla y sin explicarle nada, es una orden —dijo la Duquesa, después se sacó de sus pechos una llave que tenía colgada de una cadena al cuello, nos abrió la puerta, a primera vista se veía el inicio de una escalera que bajaba con escasa luz, a penas se podían distinguir los escalones, al llegar abajo, eché una vista general de lugar y me pareció ver unos muebles muy extraños, pero Sara no me dejó tiempo a detenerme para observar el lugar pues me cogió del brazo izquierdo y me metió corriendo a un cuarto que había junto a la escalera cerró la puerta y me dijo:

—Quítate el uniforme y la ropa interior y rápido  —Al mismo tiempo que Sara se desvestía también, empecé desvestirme y colocar mi ropa en una silla que había, Sara hacía lo mismo en otra silla.

Sara se dirigió hacia una cómoda, abrió sus cajones y empezó a sacar de los cajones bonita lencería sexy de color negro y blanco, me dio la lencería más blanca que negra y ella la llevaba al contrario, más negra que blanca, empecé a ponerme el tanga blanco y plas, plas, dos guantazos, Sara me dijo:

—No eso lo último para poderlo quitar rápidamente y bien, igual que yo.

Quise responder y me cortó la conversación diciendo:

—Cállate y vístete así.

Empecé por las medías y después me coloqué el ligero, cuando me iba  a abrochar el ligero y Sara me dijo:

— Estate quieta.

Sara empezó a buscar las tiras del ligero acariciándome suavemente y sexualmente hasta colocarme el ligero bien con las medias, me di cuenta que Sara no me quitaba ojos de mis pechos y de mi coño, me hacía sentir que me apetecía acortar la distancia con ella, Sara lo notó y plas, plas, Sara le dijo a Anabel:

—Aquí no, tenemos prohibido hacer cualquier cosa sin autorización de la Duquesa.

Me dio del armario unos bonitos zapatos de tacón de aguja, muy altos y me cogió la mano derecha y antes de abrir la puerta me dio unas instrucciones: cuando llegue la Duquesa tenía que arrodillarme  ante ella. Pregunté a Sara por qué motivo y me respondió ya me enteraría. Sara abrió la puerta y salió ella primero y yo detrás, nos paramos delante de un sillón de reina, al rato se abrió la puerta de arriba y se escuchó cerrarse con llave, se escuchaban unos tacones que bajaban la escalera y estaban cada vez más cerca de nosotras.

A punto de llegar la Duquesa a nuestra altura, Sara se arrodilló yo seguí las instrucciones que me había dicho Sara, y me arrodillé, pasó la Duquesa por delante nuestra, exclamando: «muy bien mis nenas», se sentó en el sillón, nos ordenó que la mirada a la cara, yo seguí la orden y la miré y dijo «mmmmmm, me gusta», después me ordenó que me levantase, la Duquesa también se levantó de sillón cogió una fusta y dio dos pasos hacia mi, la Duquesa estaba impresionante vestida con lencería de cuero y botas altas.  Se acercó lo suficiente a mi oído para decirme “me gusta puta”, me dio una vuelta observándome mi cuerpo y tocándome mi culito y mi entre pierna, y otra vez se acercó a mí oído y me dijo:

—Si me complaces en los juegos y en la cama subirás, pronto  serás mi mano derecha puta —sacando sus manos de mi entre pierna me dijo— ya estás húmeda, me encanta que seas así zorra.

Ordenó a Sara que se incorporara y que me preparara en un mobiliario sobre el que tenía que echarme y dejar el culito en pompa, y empecé a notar en mi culito  las uñas de la Duquesa de arriba hacia abajo, empiezo a sentirme muy cómoda y de repente… plas, plas, plas, fustazo en mi culito, al rato de estar dándome fustazos, ordenó a Sara que me pusiera en una especie de cintas que colgaban desde el techo, me sujetó la espalda con una cinta en cara brazo, también me puso una cita en los muslos y en los tobillos y me subieron, la Duquesa se me acerco por mis piernas, me acarició mi clítoris superficialmente y notó que estaba húmedo y arrancó el hilo del tanga suavemente y me dijo: «así mejor putita, el chochito accesible para tú señora Duquesa»

Mientras, Sara me bajó el sujetador y empezó a sobrarme mis pechos, notaba que mis pezones se iban poniendo duros, la Duquesa empezó a tocarme el interior del clítoris, yo sin darme cuenta empecé a gemir y la Duquesa dijo a Sara:

—Quítate tu tanga, súbete en el taburete y tapa su boca con tú coño Sara.

Sara me puso su clítoris en mi boca, y yo le introduje mi lengua en su clítoris y empecé a lamérselo poco a poco, la Duquesa dejó de tocarme el interior de mi clítoris con sus dedos y noté que me puso un strap superficialmente y empezó hacer presión hacia mí, noté que se introducía dentro de mi, y empezó la Duquesa a follarme, yo tenía una sensación muy placentera, así estuvo un buen rato hasta que me corrí, la Duquesa me sacó el strap y ordenó a Sara que se quitarse de donde estaba y que se pusiera entre mis piernas y que me lamiese el clítoris. Mientras, la Duquesa se colocó encima de mí boca, ahora no podía fallar, empecé a poner todo mis empeño para darle a la Duquesa el máximo placer con mi lengua, Sara me estaba haciendo lo mismo a mí, de buenas a primeras noté que la Duquesa se empezó a correr  en mi cara y boca, sintiendo ese fluido en mi cara, también empecé a correrme en la cara de Sara, y la Duquesa se levantó de mi cara y apartó a Sara de mi entre pierna y Sara me empezó a comerme la boca con los fluidos de la Duquesa y la Duquesa empezó a lamerme el clítoris y decirme «una buena sumisa tengo en mi cuadra».

 

 

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