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DIFERENCIA ENTRE PUTA Y SUMISA

Como ya sabéis todos hay dos características que me definen en este mundo; me refiero al mundo del sexo y de forma más concreta al mundo del sexo por dinero. La primera es que soy puta y la segunda es que soy sumisa. Muchas veces ambas van unidas pero o tiene por que ser así necesariamente.

El hecho es que el otro día dentro del sexo de pago virtual, al que ahora estoy entregada, ya que el confinamiento impide ejercer de forma real, corrieron por mi mente unos pensamientos a raíz de un “supuesto”sumiso que me decía que cuando quedásemos de manera real tenía que hacerle… Bla, bla, bla. Le daba vuelas al asunto, después de haber cortado la conversación y mis pensamientos y también mis sentimientos me llevaron a la conclusión de que la gente no tiene demasiado claros los conceptos o las ideas. Por eso he decidido escribir esta entrada tratando de explicar lo que pienso y lo que siento en cada una de esas facetas de las que antes hablaba.

¿Qué pienso y qué siento como puta?

Cuando trabajo como puta tengo una cosa clara, mi cliente me paga para un servicio sexual donde, desde mi punto de vista, creo que no equivocado, es que él reciba el placer que anda buscando y por el que me contrata. Aquí se pacta un servicio en el que ambas partes están de acuerdo; lo que él desea que haga y el precio a pagar por ello y la duración del servicio. Mi obligación es complacerle y hacer que se sienta lo mejor posible, su deber es pagarme y no exigir nada que previamente no se haya acordado.

Aquí no hay sumisión, tampoco hay dominación, hay un servicio pactado. ¿A qué me refiero? pongo algunos ejemplos.

 

Ejemplo 1.- Mi cliente quiere que le haga un francés natural, que haga un beso negro, follarme y luego correrse en mi boca. Además de besos y caricias. Ya hemos aclarado el tiempo y que follarme será con preservativo y el importe a pagar. La cosa está simple y no debe haber problemas ni yo debo pedir mas dinero ni acortar el tiempo ni él follarme sin preservativo o tratar de alargar el tiempo. Este caso es claro, no soy sumisa de nadie, no soy dominante de nadie. Soy simplemente una puta con un cliente.

Ejemplo 2.- Mi cliente quiere contratar un servicio en el que yo haga de Ama. Quiere que le humille, azote el culo sin marcas duraderas y le ponga lencería. Después quiere hacerse una paja mientras yo le miro. Acordamos precio y duración. Entiendo que durante ese tiempo yo debo complacerle en su fantasía y, naturalmente, aunque voy a ejercer de Ama realmente no lo soy suya (sigo siendo una puta contratada que he acordado un servicio por el que me pagan. Él no es mi sumiso, es mi cliente y tiene todo el derecho a pedir que le haga lo que él desea, no lo que yo pudiese desear. No debo hacerle marcas duraderas, no debo ponerle esposas ni, por supuesto clavar agujas o ponerle pinzas ya que no es lo acordado ni, por supuesto, lo que me ha pedido. Por mi parte no hay dominación, hay el “juego” de un papel por el que me pagan y dudo que realmente podamos hablar de sumisión por parte del cliente, él es quien decide es servicio que quiere realizar. Seguimos siendo puta y cliente.

Ejemplo 3.- Mi cliente quiere contratar un servicio en el que yo haga de sumisa, quiere humillarme, azotarme el culo hasta ponerlo bien rojo, ponerme pinzas en las tetas y follarme boca y culo. Nuevamente acordamos precio y duración. Dejamos muy claros los límites y… Tampoco soy una sumisa, solo juego el papel de sumisa, acepto lo pactado, acepto por lo que voy a cobrar y sigue existiendo una relación puta-cliente por mucho que yo diga, como hemos podido acordar “Sí mi Señor”.

En definitiva, cuando trabajo como puta no soy dominante, ni Ama, ni tampoco sumisa. Soy complaciente, entregada, volcada en hacer mi trabajo lo mejor que sé, con la absoluta intención de que mi cliente lo pase lo mejor posible y trato de que quede contento y repita. Trato, simplemente de ser una buena puta.

 

 

¿Qué pienso y que siento como sumisa?

Es mi otra característica principal. Me gusta someterme a los deseos de una persona, pero no de una persona cualquiera, tiene que ser alguien que me inspire algo especial, alguien con quien me sienta segura, cómoda, confiada, alguien especial de quien sepa, sin lugar a dudas que puedo ponerme en sus manos. A partir de ahí, mi voluntad le pertenece, mi deseo es satisfacer a esa persona (aquí no tiene que haber dinero por medio). Aquí no importan mis deseos, aquí el único pacto son los límites y una palabra de seguridad. Aquí no importa lo que me guste a mi, solo lo que le guste a la otra persona, mi único deseo es satisfacer sus deseos, quien soy yo para decir lo que me gusta y lo que no, yo estoy para servir y, eso precisamente, es lo único que me importa, eso es lo que me hace sentir bien.

Nunca cuando me entrego como sumisa importa lo que me gusta, no me veo diciendo me gusta que me aprieten los pezones, que me den azotes en el culo, o llevar zapatos de tacón y ser exhibida… Nada de eso se me ocurriría entiendo que quien me va a dominar me utilizará y me “adornará” como le guste y lo único que debe saber es mis límites… Que sí, claro que los tengo y son muchos. Desconfiad de quien hable de que no tiene límites, os está mintiendo.

 

Yo estaré desnuda o vestida, estaré descalza o con tacones, maquillada o no, dispondré mi cuerpo para azotes, para pinzas, para cera o para agujas y con cualquiera de esas cosas, o con todas ellas, o con ninguna de ellas me sentiré feliz si a quien sirvo le hace feliz. Y es que aquí no soy una puta (salvo que me pidan que lo sea) aquí trato de ser simplemente una buena sumisa.

 

 

Autora: carlita

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