COSAS A SABER RESPECTO AL ENTRENAMIENTO DE UN ESCLAVO
1. Has de saber lo que quieres. Una Dominante debe ser capaz de inspirar confianza porque sabe lo que quiere, lo que implica que tú te conoces a ti misma y que tienes claro lo que deseas que sea y que haga tu esclavo. En cualquier caso vas a tener que compartir tu fantasía de Domina/sumiso con los posibles candidatos: ese es el primer paso que debes de dar en el entrenamiento, si es que quieres encontrar a alguien que acepte ayudarte a conseguir tus objetivos.
Yo escribí en un papel mis expectativas, refinándolas a lo largo de semanas que se convirtieron en años, hasta que todo estuvo muy claro. El poner tu fantasía negro sobre blanco en un papel te ayudará a conocerla mejor y eso te permitirá compartirla mejor. No obstante, estate atenta porque pocas veces, si es que alguna, lo que está escrito se convierte en lo que es vivido. Eso es solamente una herramienta, y no tiene la fuerza de la Ley y, desde luego, no son las Escrituras. Déjalo vivir, crecer y cambiar contigo y con tu comprensión de lo que realmente deseas.
2. Comprende la verdadera dinámica. Es mejor construir las relaciones Domina/esclavo sobre principios, y no sobre reglas y normas. Por ejemplo, el hacer que alguien haga algo funciona a corto plazo, pero el conseguir que te obedezca es una cuestión a largo plazo. Si amontonas una pila de reglas, acabarán por ahogaros a ambos y, de todos modos, pronto serán apartadas. En cambio, unos principios bien pensados soportarán el paso del tiempo.
Recuerda también que las cosas siempre son lo que parecen ser. ¿Qué es lo que él está pensando? ¿Qué es lo que no está siendo dicho? ¿Cuáles son los temas ocultos que están afectando a vuestra relación? Cuando se trata de relaciones, la superficialidad es su peor enemigo. Aquí, la verdadera dinámica es que se trata de una relación y no de una sesión aislada y que, si la tratas como una sesión, a la mañana siguiente habrá acabado.
3. Inspira. Suponiendo que hayas encontrado a la persona adecuada, lo que no es fácil y recuerda que las presunciones son peligrosas, tú y él vais a tener que acordar que lo que tú deseas es lo que ambos deseáis. Debéis llegar, juntos, a una visión, mutuamente compartida, de lo que representa ser una Dómina, un esclavo y una Dómina y un esclavo en relación la una con el otro.
Es por esa razón por lo que es tan importante el saber lo que quieres, ya que debes de ser capaz de compartir la visión que tienes. Naturalmente, los esclavos tienen la misma responsabilidad. Realmente, su tarea es hallar una Dómina que comprenda su visión de la vida y que además la comparta. Volviendo a la idea de la dinámica, cada uno va a apoderar al otro, para que pueda alcanzar sus propios objetivos.
4. Comunica tus deseos. Este paso incluye tanto la imagen general, como el gran problema que está tras los detalles. ¿Qué significa limpiar el cuarto de baño? ¿Cuán limpio lo quieres y qué aspecto debe de tener cuando haya sido limpiado a tu satisfacción? ¿Cómo debe de estar en pie el esclavo? Y, lo que es más importante, ¿por qué quiere la Dómina que el esclavo esté en pie de esa manera?
Comparte tus deseos desde lo más profundo. Da razones, intenciones y explicaciones, lo mejor que sepas, acerca de porque quieres que tal y cual cosas sean hechas de cierta manera. Hazle saber lo que piensas, sientes y deseas, y el porque este determinado detalle es tan importante. Y si no lo es, pasa del mismo y déjalo correr.
5. Enseña la técnica. Nunca dejes pasar un momento en el que le puedas enseñar sin compartir una lección con él. Recuérdale al esclavo los que se necesita por su parte. Dile cosas que le ayuden como: “Respira, eso hará que el dolor no sea tan intenso” o “Este es el modo en que quiero que me sirvas las bebidas”. A menos que le des instrucciones claras, nunca lograrás lo que deseas. Es preciso que la Dómina comunique sus deseos. Las Dóminas que esperan que sus esclavos les lean el pensamiento están coqueteando con el fracaso.
6. Premia a menudo. La relación Dómina/esclavo es como todas las otras relaciones, una calle con dos direcciones. Ambos tenéis que hallar placer en la misma. A menos que el esclavo se dé cuenta de que obtiene un auténtico beneficio de su servicio a ti, no tendrá ningún incentivo para continuar. Premia verbalmente, en especial cuando menos se lo espere. Alaba a menudo. Usa pequeños gestos, caricias y frases para darle, muchas veces, cumplidos y agradecimientos. Dale palmaditas en el trasero. Dile que ha hecho un buen trabajo. Dile que te ha gustado lo que te haya gustado.
Y también permítele tener placer, ya sea una satisfacción sexual, abrazándolo o llevándolo a una buena cena. Si le das con generosidad, te devolverá tus regalos con amor y devoción.
7. Comunica tus sentimientos. He de insistir en el problema de esperar que te lean el pensamiento. No sólo es imperativo el premiar verbalmente, sino que es igualmente necesario el hacerle saber a tu esclavo cuando está equivocado y que comportamientos quieres ver cambiados. Ten mucho cuidado en no hacerlo de un modo airado. En lugar de eso, establece unos momentos en los que, regularmente, ambos habléis de vuestra relación y de cómo pueden ser cubiertas vuestras necesidades. Y ese “vuestras” es en plural. Ambos tenéis necesidades y todas ellas si no satisfechas, al menos deben de ser contempladas.
8. Explícate cuando le entrenes. Amiga, aquí estamos tratando con seres humanos. Y, aunque hay un componente del entrenamiento que puede ser rutinario, el dar razones para el mismo por una parte reforzará la actividad y por otra lo hará más comprensible para el esclavo. Se podría decir que hay que entrenar “holísticamente”. Haz que tu entrenamiento incluya la mente, tanto como el espíritu y el cuerpo, y cada otro aspecto de la vida humana.
9. Castiga cuando sea necesario. El castigo nunca debe de ser administrado por placer. Puedes disfrutar de tu placer sádico cuando quieras, pero el castigo debe de estar destinado a desincentivar la repetición de la actividad castigada. Que el castigo sea adecuado al crimen, por así decirlo, y adminístralo lo más inmediatamente posible. Y, una vez lo hayas administrado, que pase, y que pase para siempre. Nunca castigues con ira. Si estás airada, descubre el porqué, y permite que tu ira sea canalizada hacia otra parte, en un modo constructivo.
10. Muestra y comparte el objeto de tu orgullo. Haz que los otros/as sepan lo contenta que estás con tu propiedad. Es una forma exquisita de alabar y una excelente recompensa. Sí, se pondrá colorado cuando lo exhibas, pero de todos modos estará contento. Y, créeme, hay que tener contentos a los esclavos. De hecho, sin concederles su parte de satisfacción, no habría esclavitud. Y, sin esclavitud, no habría Dóminas.
(NdT: Aunque el artículo esté escrito en términos de Dómina/esclavo, cambiando los géneros es aplicable para la relación Amo/esclava y las demás variantes posibles)
(Artículo anónimo, hallado en el portal Idaho BDSM de Internet)