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TXAKURRA

Era una tarde cálida de abril cuando llegué al Reino. La salida desde Irún a temprana hora, marcaba un viaje de más de 7 horas hasta mi destino. Hace 6 meses que no veía a mi Señora, aunque las llamadas y videochat eran habituales, necesitaba postrarme a sus pies.
Necesitaba imperiosamente que me susurrara al oído que había sido un perro rastrero y que me obligase a ladrar. Su capacidad de hacer conmigo lo que quisiera, es abrumadora. Con ella, pierdo todo el control. Su mirada traviesa, juguetona y fría a la vez, siempre me ha
desconcertado, nunca sé qué hará conmigo.

Aparco el coche y miro el reloj, son las 2 de la tarde, la hora que me ordenó que llegara. Se abre la puerta y veo que hay un nuevo sirviente en el Reino. Es un hombre de mediana edad, unos 35 años, delgado y con las piernas bastante contorneadas, sobre todo porque llevaba unos tacones de pánico, nada más cubría su cuerpo. Me invita a entrar y pasar al comedor y me dice: “La Señora te espera para comer”, me dice de forma displicente.

Su mirada no era amigable, se notaba que compartir a la Señora, no era de su agrado. A mi nunca me importó ser uno más de su jauría y con algunos de mis hermanos de cuadra, aún nos une una gran amistad, después de tantos años. Pero él era distinto, había algo en él, que no me daba confianza.

Cuando entro al comedor, veo que mi Señora está sentada en la cabecera de la mesa, exquisitamente vestida con un corsé de encaje, que hace resaltar aún más los prominentes pechos, y que muchas veces soñé con tocar y acariciarlos.

“Acércate xuxo”!!, me dice, ofreciendo su mano, para que pueda besarla, me regocijo al ver que aún lleva el anillo de oro blanco de serpiente que le regalé hace 10 años.

Me inclino hacia ella, beso su mano y sus dedos largos con sus uñas de rojo pasión, tan característico de mi Señora, logra que mi cuerpo se estremezca. Me acaricia la cabeza como si fuese un cachorro apaleado, y siento como sus uñas se clavan en mi cuero cabelludo. Lentamente pone mi cabeza en su regazo y me dice:

—¿Qué tal el viaje, txakurra?

—Bien, mi Señora  —le dije con apenas un hilo de voz. La presión de sus uñas en mi cabeza, no me hacía pensar con claridad.

—Me imagino que tendrás hambre —me dijo con un tono de voz algo despreocupado.

Coge de la mesa, una campana que hace sonar ruidosamente.

—Susanita!!!!!, ven aquí!!!! —ordena mirando a la cocina.

En eso, aparece raudamente y tambaleándose sobre los tacones, el sirviente que me abrió la puerta.

—Ponle de comer al xuxo  —le dice, mirándome despectivamente y en su boca se dibujó una media sonrisa sarcástica.

—Sí Señora, ahora mismo le preparo el plato —Vuelve otra vez a la cocina.

—Dime txakurra —y su mirada penetrante se fija en mí. No soy capaz de levantar la mirada.

—¿Te has portado bien o mal, txakurra? —Da igual mi respuesta, siempre recibo castigo.

—Bien, Señora. Ud ya lo sabe!!! Mi Cb se ha mantenido en su sitio, como Usted lo ha ordenado, solo me lo he sacado para la limpieza semanal —le respondo, con un hilo de voz, casi imperceptible.

Me mira altivamente, lo se… aunque no pueda mirarla directamente a los ojos, he visto muchas veces la puesta en escena y los ritos que suele hacer Mi Señora. Su exhalación profunda, su parsimonia al caminar y el sonido delicioso de los tacones de sus botas de látex, en el suelo, me preparan para lo que vendrá… que por cierto, nunca sé qué pasará, pero espero con ansias…

 

 

Continuará…

 

Autora: Mistress Daina 

Dibujo: Sergio Bleda

 

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