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LOS ZAPATOS DE MI TÍA

Mi historia es real… es el día de hoy que la recuerdo y no puedo dejar de pensar en aquello. Me quedé a dormir en casa de mi tía, como era mi costumbre todos los viernes: yo me acostaba en un colchón, al lado de la cama de ella en la misma habitación, dado que la casa de ella era pequeña. Mi tía era muy sexy y relativamente joven. Tenía 32 años y era soltera.

En noviembre del año pasado, un viernes, me quedé solo por primera vez en aquella casa: ella había salido con unas amigas. Y, si bien yo tenía 19 años, ella me trataba como un niño hasta ese momento y me había dejado la comida en la cocina.

Luego de cenar y ver la tele un buen rato, me dirigí a la habitación; , e hice lo que nunca me había atrevido a hacer: abrí el opero de mi tía, y encontré varios pares de zapatos y botas. Desesperado los saqué todos fuera del ropero y me los probé todos… algunos no me entraban. Después de pasar por casi todos decidí quedarme con unas botas color rosa, que tenían en empeine arrugado y llegaban hasta la rodilla, estaba el pene a mil. Tomé un zapato Stiletto sin talón, color negro, bien en punta y con el interior de cuero igual que el exterior, y olí su aroma.Tomé el Stilleto derecho y metí el pene en él. La punta del zapato salía mi pene apenas, me follé al zapato sin parar, mientras chupaba el otro y sentía las botas en mis pies, eso me calentó muchísimo.

De repente oí sentí la puerta abrirse… no sabía qué hacer, estaba en una situación imposible de de ocultar. Y mi tía ya estaba frente a mi, mirándome: estaba en su cama, desnudo, con sus botas color rosa puestas, un Stilleto en mi boca y otro en mi pene erecto al por cien.

Noté que mi tía no podía mantenerse en pie debido a la borrachera que tenía.

-Así que te gustan mis zapatos, ¿eh, pendejo?

-Esto… no tía, pu… puedo explicarte.

-¿El qué nene? No me expliques nada…

Quiso dar unos pasos pero cayó al suelo del mareo. Corrí hacia ella, desnudo y con las botas rosas, y ella, des el suelo, me decía:

-Sigue con lo que estabas haciendo, pendejo.

Tomé los Stilletos y , muy nervioso, seguí con mi acto sexual; ella me miraba y se tambaleaba, pero igualmente estaba tan excitado que ya no me importaba nada. Me masturbé y, de repente, ella metió su boca por la punta del Stilleto y con su lengua tocaba mi pene, que estaba a mil. Me acabé como nunca en su boca y en el zapato. Me parecía que no terminaría nunca de salir leche, ella trataba de tragarla toda y lamía la leche que quedaba en el zapato. Después de esto se durmió en su cama, yo guardé todo en el armario y me acosté en la cama con ella, esta vez desnudo. No pude dormir en toda la noche.

A la mañana, no pude más y traté de follármela, mientras seguía dormida, pero despertó y me pegó una bofetada, y todavía un poco dormida me dijo:

-Vete a tu casa, y aquí no ha pasado nada.

-Tía , por favor, una vez más y guardaré este secreto para toda mi vida.

Me miró y me dijo:

-¿Quieres follarme a mi o a mis zapatos?

-A ti, pero ponte algunos para mi…

Ella se dirigió al armario, tomó unas botas de color verde musgo con tacón de aguja, se las puso y me dio a mi las botas rosas que yo había usado aquella noche increíble.

Así, los dos con las botas puestos y todo desnudos, follamos sin parar. Yo le besaba las botas y ella me gritaba, cuando quise besarla a ella, me apartó la boca, pero no me importó. Cuando acabé, la miré y supe que jamás volvería a pasar lo que allí había sucedido. Me vestí y me fui pensando que ese era el mejor día de mi vida…

Ha pasado un poco más de un año y no tengo noticias e ella: jamás me atreví a volver a pisar su casa, pero me queda el recuerdo de esa noche increíble.

Autor: W.R. 

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