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ESCLAVOS, SUMISOS Y MALESUM

Los hombres que fantasean con ser forzados por una esposa o novia dominante y pervertida (casi siempre forzados a hacer lo que siempre fantasearon, claro está) prefieren denominarse esclavos. Mi esposo siempre cuenta que su sexualidad plena sólo pudo aflorar cuando encontró en mí a su media naranja, a una hembra que vive vampirizándolo por mi propio y sádico apetito de goce. En realidad, el forzamiento no es tal, es la expresión de una natural tendencia sádica que algunas mujeres tenemos y que despierta en algunos hombres un goce muy especial que los impulsa a servirnos y a adorarnos.
   A diferencia del concepto de esclavo, pareciera que sumiso refiere a algo que a los hombres les nace desde adentro, sin necesidad de ser doblegados por la sexualidad de una mujer dominante. Es algo intrínseco, un carácter personal. Los esclavos se excitan cuando a través de humillaciones o castigos, sienten que su ego está siendo quebrado y sometido en alguna forma.
   Además, la palabra esclavo arrastra un tabú que la vuelve mucho más excitante que sumiso, que a veces suena simplemente como el masculino de sumisaEsclavo es sin duda una palabra fuerte, capaz de excitar, con una enorme carga prohibida y tabú. En cambio sumiso suena palatable y accesible.
   Disimulados entre esclavos y sumisos, están los malesum, un tercer grupo que constituye una desviación muy común, casi diría mayoritaria. Los bauticé malesum porque pretenden una relación Femdom pero en lugar de privilegiar el placer de la mujer, están totalmente centrados en sus propias fantasías. Los malesum por excelencia son los masoquistas dominantes, aquellos que buscan una mano femenina (y bella) que sea ejecutora de sus deseos de ser flagelados, atados o humillados y se hacen pasar por sumisos. Son los grandes maestros del topping from the bottom, que podrían dar clases a las mujeres sumisas, las históricas expertas en toppineo, sobre como manipular a un mujer dominante para que vaya convirtiéndose de a poco en una servidora de sus deseos y necesidades. Gilles Deleuze, en un escrito en donde analiza a La Venus de las Pieles de Leopold Sacher Masoch, sostiene que en realidad jamás un masoquista soportará a una mujer verdaderamente sádica. Tiene necesidad de cierta naturaleza sádica en la mujer pero a esta naturaleza, él debe formarla, educarla, persuadirla con arreglo a su proyecto más secreto que fracasaría por completo con una sádica.
   Muchos sumisos sinceros caen por la barranca del malesum cuando no encuentran una mujer dominante genuina sino que deben conformarse con evitar la soledad relacionándose con un ama en el marco de una comunidad BDSM, gobernada por los principios de los amos y las sumisas. Las reglas del consenso tan comunes en dichas comunidades provocan que toda la perversión sádica del sometido y la sometedora se diluya en interminables check-lists de pedidos y contrapedidos, de límites y restricciones, de protocolos mecanizados y listas de técnicas sadomasoquistas consensuadas. No es la situación ideal pero muchos varones sumisos saben que deben conformarse con lo que pueden conseguir. Las Dóminas somos una especie rara mientras que las amasocas siempre están disponibles. Porque no es lo mismo una mujer que en base a su poder seductor ejerce un dominio sensual sobre su entorno que aquella otra que accede a una serie controlada y consensuada de actividades kinky.
   No puedo evitar una sonrisa al recordar a otro grupo, el cuarto, que se autodefine como amos maledom. Casi todos los amos que conocí pueden ser definidos como esclavos de sus sumisas. Son un clásico en el ambiente BDSM de habla hispana. Un amo suele ser un hombre que domina alguna técnica que es del agrado de una mujer autodenominada sumisa y termina estando a disposición de todo lo que ella quiere y necesita a cambio de recibir de ella el título de amo y poder exhibirla como su sumisa en las reuniones de la comunidad.
   A mí me excita estar casada con un sumiso porque me gusta que su mansa naturaleza lo lleve a entregarse frente a mi femineidad sensual. Para relaciones ocasionales, prefiero a los esclavos porque me excita el ejercicio sádico del poder sexual femenino y me gusta experimentar hasta donde podré llegar y doblegar sus resistencias.
   En ambos casos, sea esclavo o sumiso, su valor está dado por la sabiduría y empeño que despliega en satisfacer los deseos de su Venus. La esclavitud o la sumisión Femdom es una valiente liberación del hombre de muchas cadenas prejuiciosas  a cambio de encadenarse a una mujer lujuriosa, esa déspota cruel y poderosa que tanto los excita. No en vano la ritual declaración de matrimonio se hace con el varón de rodillas ofreciendo el anillo a la dama que quizás sea también la Diosa que el sueña con adorar, su personal vampiresa sádica, sensual y femenina.
Autora: Mistress Roxy

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