EL PRIMER ENCUENTRO
Había imaginado infinidad de veces ese primer encuentro de mil formas distintas, el momento se acercaba y todo quedaba en vanas intuiciones sin saber en realidad que iba a pasar.
Me preparé para el encuentro con el tiempo suficiente como para no alterar mas la excitación que tenia, volvería a ver esos ojos que no hace mucho me cautivaron pero esta vez sería distinto, estaríamos solos los dos cara a cara cuerpo a cuerpo.
Quedaríamos en un lugar no importaba cual pero en que solo existiéramos los dos aislados del mundo, parando el tiempo y todo a nuestro alrededor, donde daríamos rienda suelta a nuestros instintos.
Todo mi cuerpo tembló al verle, mis ojos no se atrevían a mirar los suyos, posó su mano en mi barbilla y alzó mi rostro hacia el suyo, mi mirada se encontró con la suya, sabía que eso sería mi rendición, un suspiro dio paso a mi entrega, a mi deseo de pertenecerle, de ser suya. Poco a poco fue serenándome, sus manos acariciaban mi rostro y mis cabellos, su voz penetraba en mis sentidos y me dejé llevar poseída por Usted, por sus deseos.
Sentía como mi vello se eriza en contacto con su piel, como mi sexo se hacía latente y palpitaba, como se iba humedeciendo, deseaba besar y lamer ese cuerpo al que adoraba, al que quería hacer explotar de placer haciéndole sentir el más deseado, el más venerado.
Me ordenó desnudarme, suspiré hondo y acaté su orden bajando la mirada, la cual me hizo alzar y con la suya me hizo sentirme segura de mi misma, posó su mano en mi cabeza y me arrodillé ante Usted, quité el cinturón de su pantalón, desabroché el botón y bajé la cremallera, sutilmente saqué el miembro y lo introduje en mi boca, cálida y húmeda deseosa de complacerle de lamérselo, de endurecerlo, lo lamí suavemente con los labios y la lengua, saboreándolo, humedeciéndolo, sintiendo como se iba poniendo más duro, subí la mirada, ya no era dulce e inocente, la lujuria se iba apoderando de mi, era una mirada perversa reflejo de lo que veía en sus ojos. Seguí chupándoselo, follándome la boca hasta lo más profundo una y otra vez hasta hacerle sentir mis labios en su pubis, dejándolo ahí, en lo más profundo de mi garganta hasta hacerle sentir las contracciones aprisionándolo una y otra vez, retrocedía respiraba y volvía de nuevo sin necesidad de que empujara mi cabeza, con mi lengua daba un largo recorrido al miembro hasta los testículos, succioné uno hasta soltarlo, después el otro, pasando por el perineo el cual masajearía con la lengua hasta llegar al ano con un beso suave y jugoso.
De pronto sentí una palmada en la nalga, me giré y posé las palmas de las manos en el suelo, miró hacia la cama y me coloqué en la misma postura, a cuatro patas sobre ella, estirada la espalda, brazos estirados, cara de lado sobre el lecho y mis orificios expuestos a su voluntad y deseo, mi sexo chorreaba suplicando ser penetrado, deseando ser sodomizada, sentí su miembro penetrar hasta lo más hondo de mi vagina atrapándolo, contrayendo los músculos fuertemente y dilatándolos para sentir una nueva embestida fuerte hasta lo más profundo una y otra vez agarrándome fuerte de las caderas, retorciéndome y estirándome los pezones en cada embestida, con los mismos fluidos que chorreaban de mi vagina lubricó el ano y lo penetró fuertemente sin miramientos, sentía su desenfreno y eso me hacía sentir más las mas puta, la más zorra, la más deseada doblegada a su voluntad a sus deseos más perversos.
Percibía que íbamos a explotar de placer, deseaba que lo hiciéramos juntos, deseaba cabalgar sobre su vientre con su miembro dentro de mí, fundiéndonos con la mirada, viendo hasta lo más hondo de nuestro ser mientras llegamos al clímax, a la cima, a lo más alto, pero también deseaba beber hasta la última gota de su semen, ese que me mantendría unida a Usted para siempre sin el cual sabía que no podría vivir, y le pedí permiso para correrme y me lo dio y vio en mis ojos mi entrega vio en mis ojos que me había hecho suya que le pertenecía me aceptara o no.
Tumbada boca arriba se sentó sobre mi abdomen colocando su miembro aun duro entre mis pechos, con las manos en mis pechos lo aprisionaba entre ellos fuertemente, se movía hacia delante y atrás, suavemente poco a poco hasta ir acelerando, mi boca lo succionaba al compás del vaivén una y otra vez cada vez más rápido hasta explotar en mi boca y saborear todo su semen, guarreándolo en mi boca jugando con él con la lengua, relamiéndome hasta tragármelo, limpiándole bien sin dejar rastro, sin desperdiciar nada, su semen, mi néctar de vida. Exhaustos quedamos abatidos sobre el lecho abrazados mirándonos a los ojos sin decir nada, diciéndonos todo.
Autora: NeFeR