ASÍ CONOCÍ A MADAME RAQUEL
Hoy quiero hablar de un día muy importante mi vida. El día que conocí a Raquel.
Estaba en casa leyendo el periódico y, como siempre, miré la sección de anuncios por palabras para ver si había algún trabajo interesante, de pronto me encontré que, en la sección de relax, un anuncio ponía: “Se necesita chica y travesti, ambiente familiar, buenos ingresos”.
Recordé cuando en la sesión que tuve días atrás, el fotógrafo, con el que acordé posar desnuda y dejar que me follase a cambio de dinero me dijo “Hazme caso, deja de posar desnuda y hazte puta. Vas a ganar más dinero.”
Llamé al teléfono y pregunté por el anuncio de travesti, no fueron muy habladores, un simple: “Si te interesa mañana a las 11 te hacen una entrevista, toma nota de la dirección.”
A las 11 en punto de la mañana me encontraba tocando el timbre de un apartamento en la octava planta del edificio de la calle de la Princesa nº 3 duplicado (el sitio era ideal ya que no me pillaba lejos de casa). La puerta se abrió a medias quedándose la persona que abrió detrás de la misma; avancé hacia el interior el apartamento, entonces, al cerrarse la puerta apareció ella. Alta y con grandes curvas, con el pelo rubio hasta los hombros, un exiguo sujetador rojo, apenas cubría unas voluminosas tetas que parecían luchar por salir al exterior; un tanga, también rojo, cubría exclusivamente su coño mostrando, perfectamente, su algo más que proporcionado culo; sus piernas cubiertas por unas medias negras y poniendo punto final a tan escaso vestuario unos zapatos negros de salón con al más e 10 cm. de tacón. Su edad, más cercana a los cincuenta que a los cuarenta, pero su cuerpo, su piel, estaban perfectamente cuidados y la imagen que trasmitía era, sin lugar a dudas, agradable.
– Vienes por lo del anuncio, no?- me dijo
– Sí, por el de travestí.
-Ya coño, ya me imagino, perdona que te diga, pero se nota que no eres una mujer. Pasa dentro y charlamos-
En aquel momento me dieron ganas de marcharme, pero ya que estaba allí decidí esperar a hablar, aunque estaba convencida que allí no me quedaría. Entramos a un pequeño salón al que comunicaba una cocina americana y un pequeño pasillo que daba acceso a una habitación cuya puerta se encontraba cerrada.
Pocos muebles decoraban la estancia, solo un sofá, un sillón, una silla y una televisión sobre un pequeño mueble, en las paredes, solo un espejo y un cuadro con una virgen. Sobre el sofá, estaba una chica joven, bastante encogida y cubierta con una bata, leyendo el Hola; cuando entré levanto ligeramente la mirada, pero inmediatamente volvió a su revista, no mostró ningún interés por mí.
– Bueno chica, mi nombre es Raquel, y como habrás podido notar por mi acento no soy española. Siéntate donde quieras. ¿Cómo te llamas?- Me dijo mientras ella también se ponía una bata.
Me senté en la silla. – Carla –
– ¿Has trabajado de puta alguna vez? –
En un principio dudé si mi experiencia con el fotógrafo podía considerarse como trabajar de puta. Decidí que no.
– No, como tal nunca.
– Y que te impulsa a hacerlo ahora?
-Dos razones, necesito dinero, es la principal. No es fácil encontrar trabajo para alguien como yo. Por otro lado, me han dicho que esto se me daría bien.
– Vaya!!, seguro que un experto que te follo gratis – No quise hacer ningún comentario y me mantuve en silencio.-Bueno guapa, ponte de pie y desnúdate –
– Cómo que me desnude? – Contesté.
– Mira bonita, si vas a trabajar aquí, en mi casa, tendré que saber lo que ofreces y lo primero es ver tu cuerpo, después hablaremos de lo que sabes o estás dispuesta a hacer con él –
Por segunda vez estuve tentada de marcharme, pero por segunda vez decidí quedarme. Me levante de la silla y comencé a desnudarme. La chica del sofá, a la que no me habían presentado, levanto la mirada hacia mí y cerró la revista, al parecer, desnuda despertaba algo más su interés. Me quedé con la ropa interior y los zapatos.
– Desnúdate entera bonita. Quiero verte entera- Me quité la ropa interior.
– Los zapatos también, los pies pueden ser importantes – Me quedé absolutamente desnuda en el centro de la habitación mientras Raquel y también la chica del sofá me examinaban de arriba a abajo.
– Satisfecha? – Pregunté – ¿Puedo ya vestirme?
– No, aún no, no hemos terminado.
– Veo que tienes unas tetas aceptables, algo pequeñas, se ve que son naturales. ¿has pensado en ponerte tetas grandes?. A los hombres les gustan
– No, no tengo intención de operarme de nada – Dije subiendo un poco el tono de voz, la verdad es que estaba un poco harta de aquel examen.
– Háblame de tu polla, veo que estás bien dotada.
– Que quiere que le diga de mi polla? – Mi tono de voz se mantenía alto.
Ella se echó a reír
– Bonita, quiero que me digas si te funciona, si la usas y como la usas, con las hormonas…ya se sabe
– Sí, si me funciona y la uso cuando me apetece.
– Coño!!- Gritó – Echándose a reír a continuación
– Quiero saber si te follas a tíos, no es tan difícil de entender o es que eres tonta. Aquí, una mayoría importante de clientes que vienen a estar con alguien como tú, lo que quieren es una tía con polla, pero con polla que le funcione, van a querer chupártela, van a querer verla dura y muchos van a querer que les folles el culo. ¿Tu polla y tu servís para eso o no?
– No me gusta follar a un tío, y no, no lo he hecho nunca.
– Me importa una mierda si te gusta hacerlo o no. No vienes aquí a hacer lo que te gusta, vienes aquí a trabajar… A trabajar en un trabajo que no es nada fácil, aunque creáis que sí. De manera que te cambio la pregunta y piénsalo bien antes de responderme. ¿Vas a ser capaz de follarte a los tíos que te lo pidan?
La verdad es que no me había planteado ese tema, tenía claro quien era yo, hasta ahora siempre habían deseado follarme a mí, es verdad que en más de una ocasión me habían preguntado si me apetecía follarles, pero nunca me había visto forzada a ello, si había dejado que me la chupasen, naturalmente, pero follar…Uff.
Ahora allí estaba yo, totalmente desnuda, de pie, delante de dos extrañas sentadas que me miraban, me examinaban y me interrogaban sobre temas que, para mí, eran absolutamente privados. “Piénsalo bien antes de responderme” me había dicho en tono bastante amenazante.
-Si, sí podré hacerlo- Contesté.
– ¿Puedo vestirme ya?
-No- Dijo secamente.
– Ahora voy a decirte algunas cosas y quiero que me escuches atentamente y prefiero que estés desnuda mientras hablo de esto contigo. Está claro?
– Sí- Contesté.
– Has venido a mi casa a pedir un trabajo de puta, pero tú no eres puta. Esto es como si yo hubiese solicitado una cocinera y se presenta alguien que hace la comida para su familia, No bonita, no, sabrá cocinar, mejor o peor, pero no es una cocinera. Eso te pasa a ti, sabrás follar, incluso te follarás a todo el que pase, pero no tienes ni idea de ser puta. La gente que quiera trabajar conmigo tiene, lo primero, que tener el deseo de llegar a ser una autentica puta, si no, no la quiero en mi casa. Tienes que tener claras varias cosas que te voy a contar.
Hizo una pausa larga, buscó en su bolso y saco tabaco, me miró nuevamente, examinándome, mientras se encendía un pitillo y soltaba el humo lentamente. No me preguntó si fumaba, tampoco me ofreció.
– Ser puta significa que vas a utilizar tu cuerpo para dar placer a quien te paga, para dar placer y complacerle, eso es lo primero que tienes que tener claro. Es evidente que habrá cosas que no estés dispuesta a hacer, pero tienes que tener claro que, cuantas menos sean, mejor para tu profesión. Porque, te recuerdo que esto es una profesión y que o te gusta lo que haces o no serás nunca una buena profesional. Todo tu cuerpo, y toda tú, debe estar destinado a dar placer. y cuando digo todo tu cuerpo, me refiero a cualquier parte de él, desde las uñas de tus pies al último pelo de tu cabeza.
Hizo una pausa y dio otra profunda calada a su pitillo – Dar placer no significa que tu tengas que recibirlo, pueden darte un beso, pueden follarte o pueden hacerte una caricia y tu estarás dando placer y puede que también lo estés recibiendo, pero pueden azotarte el culo y la persona que lo haga recibirá placer, pero lo mismo tu no…O sí, eso ya es cosa tuya, pero deberás reaccionar como si lo sintieses, deberás disfrutarlo porque estás ejerciendo tu profesión, estás dando placer. Imagina que a mí me da placer tenerte ahí, desnuda delante de nosotras, pues si fueses una puta, en lugar de sentirte como te sientes, incómoda, deberías, en cierta medida, disfrutar el momento
sabiendo que es importante para mí. ¿Me explico?
-Sí señora, perfectamente- Contesté.
De pronto me di cuenta que aquella mujer ejercía una atracción increíble hacía mí, no sabía bien el motivo pero me sentía incapaz de contrariarla, me apetecía ser de su agrado y no solamente por conseguir aquel trabajo, quería aprender de ella, me di cuenta que deseaba que me enseñase a ser una autentica puta.
– Vístete, me dijo. Más bien creo que me lo ordenó.
Mientras me vestía me preguntó. – ¿Has decidido ya si me vas a mandar a la mierda o no?
Yo la miré interrogante… No, señora, ¿por qué iba a mandarla a la mierda?
-No te hagas la tonta, has estado a punto de hacerlo en más de una ocasión.
Hice una breve pausa, dejé de vestirme y aún sin ponerme la camisa la miré fijamente y comencé a hablar – Sí, la verdad es que casi hasta el final he estado tentada de hacerlo, pero, no se que ha conseguido remover en mí, pero algo ha cambiado. Tomé aliento – Me parece que quiero aprender, quiero llegar a ser como usted, quiero aprender este trabajo y creo que me va a gustar.
Se echó a reír nuevamente. – Me alegro de oír eso, estoy convencida que vas a dar mucho placer a mucha gente, se te nota que tienes madera de puta. Te voy a poner anuncios para que empieces a trabajar el lunes. tienes que esta aquí a las 12 y traerte toda la ropa sexy que tengas y si no tienes, la compras.
-Si señora, contesté, el lunes estaré aquí a las 12.
– ¡Ah! una cosa – me dijo – voy a ponerte un anuncio de sumisa. Creo que te va a ir perfecto.
Tal vez en otra ocasión os vuelva a hablar de ella, pero aquella mujer, me enseñó casi todo lo que hoy sé, aquella mujer me dio una profesión y lo que es más importante, a estar orgullosa de lo que hago y de lo que soy.
Autora: carlita LM