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LA CUESTIÓN ORIENTAL ¿POR QUÉ A LOS SUMISOS LES CHIFLAN LAS DÓMINAS ASIÁTICAS?

Para los hombres blancos, que componen el 90% de mis sumisos, una Dómina asiática es una seductora mezcla de belleza y misterio. Una Dómina asiática es un fetiche dentro de otro fetiche. Hay hombres que quieren someterse a Mujeres… y también hay hombres que, específicamente, quieren someterse a Mujeres asiáticas. ¿Por qué?

Los hombres con un “fetiche asiático” consideran que las mujeres asiáticas son extremadamente atractivas, tanto física como mentalmente. Antes de convertirme en una Dómina profesional a tiempo completo, ya me llenaban de atenciones unos hombres occidentales que adoraban, de un modo absoluto, mi pequeño tamaño, mi suave cabellera negra, mi sedosa piel; así como mi intelecto superior y mis comportamientos refinados, consecuencia de mi educación china.

Son muchos los factores que contribuyen a la fantasía erótica que sienten los hombres hacia la sensualmente subyugante Dama Dragón: los papeles dominantes interpretados por asiáticas en el cine y la televisión, la descomunal cantidad de porno asiático que hay en Internet, el creciente contacto con la cultura asiática y las mujeres asiáticas y el limitado contacto con la auténtica cultura asiática, y el percibido “contraste” entre las mujeres asiáticas y las occidentales. El simplista concepto que se tiene en Occidente de la mujer asiática es que somos dóciles, delicadamente hermosas, sumisas hacia los hombres, inclinadas a dar masajes y faltas del gen dominante. Es por eso por lo que la noción misma de la Dómina asiática hace que algunos hombres enloquezcan de deseo. Los viejos y gastados estereotipos han sido revueltos y envueltos en un paquete poderosamente impactante y sexy… de modo que la descomunal erección está asegurada.

La figura de la Dómina es, en muchos modos, un tabú cultural que desafía a los tradicionales roles de los géneros. La misma idea de un hombre sometiéndose a una Mujer es disruptiva hacia las nociones tradicionales de la masculinidad y la feminidad; y la misma idea de un hombre blanco sometiéndose a una Mujer asiática aún le da un contraste mayor, vista desde una civilización occidental que, más o menos, ha controlado el orbe durante los últimos 500 años, o mucho antes, con su poderío económico, expansionismo militar y avances científicos. El ver a un hombre inclinarse ante una Mujer es como ver a un elefante controlado por un ratón, y en el caso de la Dómina asiática, eso produce un auténtico desgarre en el tejido cultural.

Afortunadamente, mis sumisos son todos ellos chicos elocuentes, que pueden expresar sus sentimientos con frases coherentes… naturalmente, cuando no están bajo mi hechizo. Un  gran número de ellos describe que la razón de su fetiche asiático está en una fijación que tienen por la belleza física y la perspicacia mental. En comparación con las Mujeres occidentales, ven a las Mujeres asiáticas como más sutiles y reflexivas tanto en su contacto e interacción con los demás como en su autoexpresión. Para ellos, eso se puede interpretar como algo misterioso e invitante.

Algo hay de verdad en la imagen de la inescrutable Mujer asiática, debido a que en ciertas culturas asiáticas, por ejemplo la china y la japonesa, se pone énfasis en el pensamiento colectivo y en la comunicación indirecta, para que uno no se esfuerce excesivamente (pues el egocentrismo está mal visto). A diferencia de lo que pasa en las culturas occidentales, y en especial en la estadounidense, cuando se trata de la amistad los asiáticos valoramos más la integridad moral de una persona que lo que pueda divertirnos su personalidad. Lo que es más, el pensamiento colectivo le exige a uno el considerar las necesidades de todos los demás antes que las propias, y una transgresión a esta exigencia hace caer la vergüenza no solo sobre el que la ha cometido, sino también sobre los que le son cercanos, en virtud de su asociación con él. Y así como las culturas occidentales, y de nuevo la estadounidense en especial, priman la voluntad de actuar como una forma de fuerza, las culturas asiáticas (o al menos algunas) se enorgullecen de la habilidad de contenerse y ser capaces de pensar en todas las posibles consecuencias de una acción, tanto inmediatas como a largo plazo, antes de actuar y ponerse uno en ridículo. Lo que sale de la boca de uno es un reflejo de su sentido de la oportunidad, de lo que es apropiado, de su educación, de su intelecto y de su educación, y también refleja el juicio de su familia y sus amigos. Para la protección del clan al que uno pertenece, la lengua debe de ser controlada en todo momento, pues la diarrea verbal es un claro signo de falta de tacto, insensibilidad y falta de conocimiento de sí mismo. Un  gramo de prudencia y previsión vale más que un kilo de diversión y teatralidad. En eso está la auténtica raíz de nuestra cultura.

Así que mis queridos enfermitos de esta especial fiebre amarilla, tirad vuestras películas porno asiáticas a la basura y adoradme a mí, y convertidme en vuestro fetiche, porque yo soy vuestra fantasía: la Dómina asiática; y estad seguros de que, una vez que me conozcáis, vais a daros pellizcos para aseguraros que esto no es un sueño.

 

Ava Zhang.

Hallado en Internet, en el blog de esa Dómina profesional.

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