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CONSEJOS A UN DOMINANTE

  1. No naciste Señor. Tienes que merecerlo.
  2.  Aunque ya merezcas ser Señor, esto no quiere decir que merezcas a tu esclava. Ningún Señor merece su esclava. Si ella se entregó a ti, fue pura dádiva.
  3. Tu esclava te dio todo sin pedir nada a cambio. Pero aun sin ella te pide, hay una cosa que tienes que darle: razón para confiar en ti.
  4. Si tu esclava no se deja atar, el defecto no es de ella: es tuyo.
  5. Tienes el derecho de ser cruel; tienes el derecho de ser caprichoso; tienes el derecho y el deber de ser firme y exigente; pero no tienes el derecho de no respetar a la mujer que se entregó a ti.
  6. Tu esclava ya existía antes de entregarte a ti. Tiene una historia, un pasado y una personalidad y no hay otra persona en el mundo igual a ella. No es una muñeca de plástico que puedes moldear a tus fantasías pre-concebidas. Puedes subyugarla; puedes y debes educarla a tu gusto y para tu placer; pero tienes que construir sobre lo que ya es. A esto se llama respeto.
  7. Quien da las órdenes eres tú. Cuando das una orden, es para ser obedecida. Por eso piensa bien antes de ordenar lo que sea.
  8. Si te muestras indiferente a tu esclava, te dé placer o te parece necesario, puedes desempeñar ese papel; pero nunca  seas indiferente en la realidad.
  9. Estudia a tu esclava con tanta atención como ella te estudia a ti. O aún con más.
  10. No confundas placer con felicidad. Tienes el derecho de exigir a tu esclava que te dé placer, muchas veces sin recibir nada a cambio; pero tienes siempre el deber de hacerla feliz.
  11. Una esclava no tiene derecho al placer. Ella misma será la primera en decirte esto. Pero una mujer es un ser tan sutil y tan complejo que a veces puede tener placer en no tener placer… Respeta también esto, porque se trata de alturas a las que nunca subirás. Por eso, prohíbe el orgasmo a tu esclava, si quieres, al mismo tiempo que haces todo para provocarle; o, por el contrario, le ordenas que tenga un orgasmo mientras te sirves de ella sin ningún preliminar y sin la menor caricia; en ambos casos es posible que le dé un placer que está más allá de su comprensión.
  12. Haz que tu esclava crezca. Si la haces disminuir, disminuirás tú aún más, y acabarás, por no ser digno de besarte los pies.

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